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cuentos por teléfono

14/03/2020 - blog

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El jueves hice un itinerario de cuentos y canciones relacionados con los árboles por el Parque de la Ciutadella de Barcelona que nos permitió viajar por el mundo entero sin pensar en este virus que en unos días ha cambiado tanto nuestras vidas. Sin embargo, como ya supondréis, el resto de actividades que os anuncié en la anterior entrada del blog se han aplazado hasta nuevo aviso debido a la alerta sanitaria.

Este fin de semana quería visitar a mi familia, pero toca ser responsable, no solo por una misma, sino por los demás, y quedarse en casa para frenar la propagación del virus. Es importante controlar el instinto nómada y no moverse. Así que me he plantado en casa 15 días tomando ejemplo de nuestros hermanos más altos, los árboles. Ellos saben mucho de esperar. A finales de otoño cierran sus cocinas y se refugian en sus troncos a esperar la primavera, no quince días, no, sino tres meses. Justo ahora empiezan a despertar, y si os fijáis, podéis ver despuntar tímidamente sus diminutas hojas, y así, sin aspavientos, se encargan de ayudarnos a respirar mejor. Creo que se habla mucho de las alergias que causa el polen de los árboles, pero no de las toneladas de CO2 de las que nos libran sus hojas cada día. Y es que la primavera no solo trae polen, sino también una mejora notable en la calidad del aire después de un invierno donde toda la responsabilidad ha recaído en las especies de hoja perenne.

Hay cuentos que nos hablan de cuando los árboles andaban por la tierra, e incluso bailaban. Sin embargo, en un momento dado, decidieron quedarse quietos en vez de huir. Llevan millones de años aprendiendo a ser autosuficientes, y lo consiguen sin moverse de su sitio. No solo han aprendido a crear sus propios alimentos, sino que además alimentan al resto de seres vivos ya sea de forma directa o indirecta, por lo que nos llevan mucha ventaja.

Y se me ocurre que en lugar de pensar en todo lo que no puedo hacer como persona, puedo jugar a hacer como si fuera un árbol de diferentes formas.

Y en vez de moverme de un lado a otro, me quedo en casa y desde mi ventana levanto la vista hacia el cielo, como para crecer hacia arriba, y aprovecho para observar las nubes y a fijarme sus formas, pues a menudo esconden seres fantásticos, como los dragones.

O me siento en mi butaca que da a la calle, observando las ramas del plátano de sombra que tengo delante de casa, para ver qué pájaros lo visitan. Hace unos días vino a saludar un pájaro carbonero, con su inconfundible corbata negra, y se pasó un buen rato saltando de rama en rama. Esta mañana en pleno centro de Barcelona a los pájaros se les oía cantar claro y fuerte, quizá alegres de no tener que elevar la voz por encima del tráfico para avisarse de un peligro o encontrar pareja. ¿Quizás una de las cosas buenas de todo esto sea que habrá más pájaros esta primavera?

O bien esparzo semillas en mi diminuto huerto urbano y voy viendo lo que sucede día a día. Lo he ido construyendo con recipientes que tengo por casa, botellas y garrafas de las vecinas… A veces en alguno de estos tiestos improvisados no planto nada, sino que espero a ver qué semilla decide brotar espontáneamente, como pasa con los cuentos, que nos sorprenden naciendo en los lugares más inesperados. Como inesperada ha sido la visita de esta mañana: al doblar las sábanas, he encontrado entre ellas una mariquita, y con cuidado, la he llevado de vuelta al balcón, por si le apetecía desayunar algunos pulgones de mis macetas, ya que había tenido la amabilidad de venir a hacerme compañía. Ahí la tenéis en la foto de arriba, posando junto a un futuro roble.

Os cuento todo esto por si no sabéis qué hacer estos días en casa. Quizás os ayude como a mí jugar a ser árboles y observar el mundo con otros ojos, enderezar las ramas, esparcir semillas  al viento. Es el momento perfecto para sembrar y es posible que en algunos supermercados encontréis semillas, o quizá incluso tenéis algunas dormitando en vuestra despensa. Y si no, podéis rescatar unos brotes de albahaca y en lugar de dejar que se mueran de tristeza en el estante de refrigerados del súper, darles una nueva oportunidad. Solo hay que ponerlos en agua en un frasco de cristal, buscarles un lugar agradable con luz y esperar. En poco más de una semana, si la planta está a gusto, empezarán a crecerle raíces, y cuando toque volver al colegio, ya la podréis trasladar a un tiesto.

O podéis contar el cuento de La mata de albahaca, o cualquier otro, pues si no tenéis tierra ni balcón, no os preocupéis, que siempre nos quedarán los cuentos para pasar buenos ratos, cuentos poblados de árboles sabios y demás seres fantásticos. Quizás en casa alguien conoce algún cuento, o dos.

O también podéis pedirme un cuento por teléfono, yo encantada de ayudar así a pasar mejor las horas, pues mis cuentos también se aburren de no ser contados. Solo tenéis que escribirme un correo (hola@susanatornero.com) para concretar día y hora. Y si a cambio me enviáis una foto de las nubes que veis desde casa, yo contenta.

Más ideas para…

sembrar: Toni hace unos vídeos fantásticos sobre cómo plantar y explica todo muy bien en La huertina de Toni.

observar: si no tenéis un árbol cerca en el que observar pájaros, podéis ver cómo viven gracias a las cámaras en directo de SEO Birdlife.

ver: los cuentos contados con manos de artista de Una mà de contes. Ya veréis que no hace falta saber catalán para seguir las historias: el vídeo de Patufet (el garbancito catalán) lo vieron miles de veces los hijos de unos amigos letones y les encantó. También tienen muchos cuentos en inglés, como Fearless Peter, una divertida versión de Juan sin miedo que igual os anima a contar cuentos con todo lo que tengáis por casa.

escuchar: El bosque habitado, un programa de Radio 3 muy inspirador en el que descubrir lecturas, música, reflexiones e iniciativas de personas que trabajan por un mundo más verde, sostenible y solidario.

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